Como todos conocemos, la luz que recibe la Tierra procede de los rayos del Sol.
El resultado de la interacción de los rayos de luz blanca del astro rey con la atmósfera es la causante de que el color del cielo sea azul.
Cuando un rayo de luz blanca atraviesa un cuerpo traslúcido o uno transparente,
cada uno de los colores que lo integran se separan y desvían en un determinado
ángulo, en dependencia del tipo de cuerpo que atraviese.
La luz blanca visible que emite el Sol corresponde solamente a una fracción de
todas las ondas que integran el espectro electromagnético y está formada por una
gama de colores igual que la de un arcoiris, es decir, rojo, naranja, amarillo, verde,
azul, y violeta.
Esta descomposición de colores se puede comprobar en la práctica haciendo atravesar un rayo de sol a través un prisma. Cada uno de los colores en que se descompone el rayo de luz blanca visible, posee una longitud de onda y frecuencia fija correspondiente, dentro del espectro electromagnético. |
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De esa forma los rayos violetas y azules salen esparcidos con mucha
más fuerza hacia los lados, al igual que los amarillos, mientras los rojos, con una
mayor longitud de onda, continúan propagándose en línea recta.
Por ese motivo a la salida y puesta del Sol, el cielo adquiere tintes rojizos en lugar del
color azul La intensidad del color rojizo del cielo, tanto a la salida como en la puesta del sol, depende fundamentalmente de la cantidad de cenizas y polvo que se encuentren suspendidas en esos momentos en la atmósfera, lo cual se acentúa mucho más cuando ocurren incendios de bosques o erupciones volcánicas, pues en esos casos la emisión de cenizas se incrementa.
Por otra parte, la variación de la gama de matices de color azul que adquiere el cielo a determinadas horas del día, depende también de la cantidad de vapor de agua, cenizas y polvo que contenga la atmósfera en ese momento.
Seguramente habrás oído decir que el cielo de Marte es rojizo. La atmósfera existente en ese planeta es muy fina y en lugar de oxígeno, como ocurre en la Tierra, está constituida, fundamentalmente, por dióxido de carbono, conteniendo solamente 0,03% de agua,
una cantidad mil veces inferior a la existente en la atmósfera terrestre.
Además, debido a la gran cantidad de partículas de óxido de hierro que
acumula la superficie marciana, cuando son levantadas por las frecuentes ráfagas
de viento que allí se producen, hacen que tanto su suelo como su cielo presenten
siempre un color rojizo.
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